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Cash Luna - Eligiendo gobernantes

M. Bravo
Por -
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Vivimos en democracia y cada cierto tiempo, generalmente, cada cuatro años, debemos elegir gobernantes. Este proceso que nos involucra como ciudadanos y cristianos responsables, requiere una actitud comprometida y honorable, fundamentada en los principios que encontramos en la Palabra de Dios. Es necesario que aprendamos a elegir gobernantes –presidente, congresistas y jueces- de acuerdo a los valores que el Señor nos enseña.

Los gobernantes ejercen un trabajo delicado porque su oficio es el que más se parece al de Dios, ya que se asumen la responsabilidad de administrar directamente a los pueblos que le pertenecen a Él, nuestro Creador y Salvador. Alrededor del mundo los gobiernos juegan a ser Dios y se han arriesgado al poner la legalidad por encima de la moralidad. Algunos han legalizado los matrimonios y adopciones de parejas homosexuales, otros han legalizado el consumo de drogas o la prostitución, pero todo esto continúa siendo inmoral porque va contra la ley suprema, la del Señor.  Nadie le dirá a su hijo que puede visitar un prostíbulo o consumir drogas porque es legal, cuando sabemos que es inmoral, por lo tanto, está prohibido, aunque la ley de los hombres lo permita. Ahora, los gobiernos no consideran los diez mandamientos de alta moral e ignoran a Dios, olvidando que Él es el dueño de todo y debemos darle cuentas de lo que hacemos con aquello que nos encomendó. Lo primero que debemos tomar en cuenta al elegir un gobernante es el respeto que tenga hacia la ley de Dios. No significa a qué denominación religiosa pertenece, sino cuáles son sus valores morales y el respeto que demuestra por la vida íntegra.

Honestidad sobre lo que nos han encomendado
Génesis 1:27-28 dice: Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Algunos interpretan literalmente este pasaje y lo obedecen procreando muchos hijos para “llenar la tierra”, pero en el hebreo original dice: “Consagrad a Dios la tierra y gobernarla”, es decir que Él nos ha delegado la responsabilidad de cuidar y regir todo cuanto creó. Si embargo, no lo hemos hecho bien porque no consagramos lo que emprendemos, sino que luego de hacer algo, le pedimos que lo bendiga, sin darnos cuenta que lo mejor sería anticiparnos y ofrecer para Su gloria todo cuanto hacemos. De esa forma, Él nos daría discernimiento para descubrir qué es bueno y santo, evitando que hagamos cosas negativas que destruyen o consumen lo que nos ha dado.

Muchas veces Hemos fallado en el gobierno de lo que nos corresponde. Si queremos tener buenos gobernantes, primero debemos tener la calidad moral para demostrar que hemos gobernado bien nuestro cuerpo, a nuestra familia, hogar y dinero. No podemos orar pidiendo honestidad en los gobernantes si somos deshonestos.

Salmo 24:1 nos recuerda: De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan.

Todo le pertenece al Señor. Nuestro cuerpo es Suyo, templo del Espíritu Santo, pero nosotros lo gobernamos. No hay querubines levantándote a las cinco de la mañana, como tampoco hay un arcángel disponible para bañarte o alimentarte, ¡todo eso te corresponde a ti! La Biblia dice que la tierra, el oro y la plata son de Dios, pero lo puso en nuestras manos para que lo administráramos. Cuando un gobierno concluye su tiempo, piensa que le dará cuenta a la Corte Suprema de Justicia o a la Contraloría Nacional, pero también le dará cuentas a Dios por su proceder al estar en eminencia. Recordemos que hay un juicio final donde todos daremos cuentas de lo que hemos hecho. Es delicado ser gobernante, por lo tanto, es necesario interceder por quienes nos gobiernan.

Entonces, para elegir gobernantes honrados, primero debemos demostrar que somos honrados. No puedes exigir algo que no ofreces. Si quieres que el gobierno combata la violencia y no robe, debes ser el primero en tratar bien a tu familia y trabajar honestamente, sin tomar nada ajeno. Saca la viga de tu ojo para poder discernir y ver la basurita en el ojo ajeno.

El gobernante supremo
Salmo 66: 7  afirma: El señorea con su poder para siempre; sus ojos atalayan sobre las naciones; los rebeldes no serán enaltecidos.

Dios gobierna para siempre. Él “atalaya”, es decir que vigila ya que sus ojos ven en todas las naciones, ciudades, pueblos y aldeas del mundo porque le pertenecen y por ello, nos ha delegado poder para gobernar, pero no lo hemos hecho bien. En la oración del Padre Nuestro decimos: “Venga a nosotros Tu reino” porque formamos parte de Su reino, nuestra ciudadanía es del cielo y para allá vamos, pero mientras eso sucede, debemos honrar la tierra donde vivimos y trabajar en ella lo mejor posible porque nos la ha delegado.

Interceder por todos
1 Timoteo 2:1-3 pide: Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.

Hay que orar por todos los candidatos, sean o no de tu agrado, porque no podemos discriminar delante del trono de Dios. No es posible hacer excepciones. Hace un tiempo me criticaron porque había ayudado a cierta persona para que se acercara a los pies de Cristo,  ya que ¡ese es mi trabajo como pastor! Si tengo la oportunidad de predicarle al mismo anticristo, lo haré con tal de ganar almas para el reino y cumplir con la responsabilidad que el Señor me ha encomendado, aunque esto le incomode a quienes se dejan llevar por chismes y convenciones sociales.  Jesús me enseñó que debo comer con el publicano cobrador de impuestos y debo acercarme a la samaritana y no despreciar a la pecadora que busca arrepentimiento porque ellos son quienes necesitan la salvación. ¿Desde cuándo la presión social es mayor que el mandamiento de predicarle a toda criatura? Si me ven comiendo con alguien deshonesto, tengan la seguridad que no estoy haciendo negocios ilícitos, sino predicando, de lo contrario, realmente no me conocen e ignoran que mi compromiso es con el Señor y con nadie más. Los cristianos somos luz del mundo para llevar iluminar, no para esconderla debajo de la mesa.  A veces estoy acercando a Dios a alguien que fuma y el olor se impregna en mi ropa, incluso en el pelo, entonces me acerco y abrazo a algún hermano sólo para ver su reacción. De verdad es cómico descubrir duda en sus ojos cuando deberían estar convencidos de mi integridad como pastor e hijo de Dios.

No sabemos qué candidato ganará la elección y será el nuevo presidente, quizá sea el que te agrada, lo seguro es que uno de ellos resultará electo y tú debes ir delante del Señor a levantarlo en intercesión, esa es tu responsabilidad. Debemos cumplir el mandato de orar por los gobernantes de esta tierra, sean o no de nuestro agrado. No debes dejarte manipular por la presión social que distorsiona el Evangelio, porque los cristianos debemos apoyar al gobierno de turno y trabajar por nuestro país, sin importar la denominación política.  En Casa de Dios hemos apoyado a los gobiernos de Guatemala, aunque el ganador de la selecciones no sea el candidato por el que votamos. El presidente de la República cuenta con nuestras rodillas en intercesión delante de Dios, sea quien sea, porque es el designado por el pueblo que lo eligió.

Cumple tu papel e intercede por quienes están en eminencia, sin condiciones, sin excepciones, sin la mezquindad de pensar que no era tu favorito. ¡Debes alumbrar donde quiera que estés porque eres luz del mundo! Además, si participas activamente en algún partido político, debes hacerlo con la motivación correcta, no con un interés egoísta y personal sino con el deseo honesto de apoyar a tu nación y trabajar por engrandecerla, donde quiera que esté y cualquiera que sea su cargo.

También debemos orar por los presidentes de todos los países, no solamente por el de nuestra nación, porque la política internacional nos afectan a todos. Tu presidente puede ser muy bueno, pero si el de otra nación se equivoca y vela sólo por sus intereses, puede damnificar a otros países. Un país tiene relación con otros y afecta a nivel mundial, así que a todos con compete cuidar de la tierra que Dios nos  ha encomendado. Hay que orar por todos los reyes de la tierra.

Los países serían diferentes si los ciudadanos intercedieran por el candidato que gane las elecciones, aunque no le agrade, porque es necesario involucrarse en un proyecto de nación, no aislarse en un interés personal. Buscar el bien colectivo es prioridad para que vivamos con piedad y honestidad.

Imagina lo impactante que fue para los primeros cristianos que Pablo les pidiera que oraran por sus perseguidores, porque este pasaje del libro de Timoteo fue escrito cuando eran martirizados por los romanos. Pablo incluso le predicó a uno de los emperadores quien le dijo que poco le faltó para persuadirlo de convertirse al cristianismo pero no lo logró, así que continúo orando.

Hemos pecado seriamente al darle más importancia a nuestra preferencia política que a nuestra responsabilidad de interceder por los gobernantes. La Palabra no garantiza la honestidad de un gobernante, solamente te compromete a orar y levantar intercesión para que se cumpla la justicia del Señor. ¿Porqué nos dará mejores gobernantes si no hemos orado? Si eres fiel en lo poco, es decir que intercedes aunque no te agrade el presidente electo, serás puesto en mucho y Dios escuchará nuestra oración.

Si pones mucha esperanza en un hombre que gobierna es porque tienes poca esperanza en Dios y esa actitud no es correcta. Un país mejora con la buena actitud de todos, no con el trabajo de un solo hombre. Antes de exigir mejores gobernantes, demostremos que somos mejores ciudadanos, respetando las leyes, pagando nuestros impuestos y buscando el bien de todos. Seamos honestos, cuidemos nuestro pedacito de nación. Ama y cuida a tu familia, preocúpate por tus hijos, haz bien tu trabajo e intercede por el gobernante electo. Si quieres un gobierno responsable, inicia siendo responsable en tu oración y esfuerzo diario. La situación de nuestros países es crítica y no podemos darnos el lujo de presumir de espirituales cuando ni siquiera somos honestos y no cumplimos con nuestra obligación cristiana y ciudadana.

Humillémonos, oremos y busquemos al Señor
2 crónicas 7:14 advierte: si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

Si quiera que tu tierra sea sana, debes humillarte y pedirle a Dios, demostrando que eres honesto. El Señor no dice: “Criticad a los gobiernos para vivir quieta y reposadamente”. Su Palabra nos manda a interceder y humillarnos; mientras no lo hagamos, no veremos un cambio real en nuestra nación. Quizá no todo estará bien, pero todo puede mejorar con nuestra buena actitud y humildad.

Pídele al Señor por la paz de tu ciudad, humíllate y busca Su rostro para que perdone a Su pueblo. Sólo Él puede levantarnos y guiar a nuestros gobernantes. Intercede por todos los candidatos al gobierno, no sólo por tu favorito, ya que  tus oraciones garantizan la paz, sin importar quién resulte electo.

Tu corazón debe bendecir a todas las personas, sin excepción. Dale gracias a Dios por tu país y pídele perdón si no has cumplido Su mandato de interceder. Él tocará el corazón de cada persona en eminencia para que asuma la responsabilidad que le ha delegado y gobierne con sabiduría la tierra que le ha confiado.

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