Para tipificar la relación entre Cristo y la Iglesia, El Señor escoge el ejemplo del amor más grande que ha podido haber sobre la tierra, lo dice en el Libro de Efesios a través del apóstol Pablo inspirado por el Espíritu Santo, quien repite la primera profecía que se dio en la humanidad por medio de Adán en el Libro de Génesis, "...por esto dejara el hombre a padre y madre, y se unirá a su mujer, y llegarán a ser una sola carne...", lo impresionante de esta situación fue que el Apóstol aclaró que se trataba del amor más sublime que ha podido haber, un amor que desafortunadamente no existe en las parejas en la medida como debiera existir; porque si vemos, muchos de los padres quieren más a sus hijos que a su cónyuge, incluso los miembros del pueblo de Dios, darían la vida por un hijo no así por su cónyuge; entonces ese amor sublime no se llega a concretar como tal. En esta primera profecía le dice al hombre que tiene que dejar a su padre y su madre para poderse integrar como pareja, y seguramente existen muchos hombres y mujeres que no lo pueden llegar a hacer.
En el Libro de los Salmos dice El Señor: "...olvídate hija mía de la casa de tu padre, y deseará el rey tu hermosura..."; esto ejemplifica las mujeres que aún añoran la casa del padre, a quien ponen de ejemplo en todas las situaciones ante el esposo, con frases de menoscabo y menosprecio hacia su cónyuge.
Nosotros los varones tenemos una gran responsabilidad en el hogar, que va mas allá de lo que nos imaginamos, lo cual hemos aprendido de nuestros padres, abuelos y de la sociedad en general. Podemos percatarnos que muchos hogares están disfuncionales porque cuando la cabeza no anda bien, el resto del cuerpo tampoco está bien, y Dios nos dio como varones la gran responsabilidad de ser cabeza en el hogar; por eso La Biblia dice que la esposa es gloria del hombre. Examinando el Libro de Ester, vemos que el rey Asuero quedó en ridículo ante su pueblo, cuando luego de mostrarle su reino mandó llamar a su esposa, quien siendo su gloria no quiso acudir ante el mandato del rey. Los varones no podemos hablar mal de nuestra esposa, porque estaríamos hablando mal de nosotros mismos; por su parte, la mujer tiene la responsabilidad de recibir lo que le es dado y luego procesarlo, pues es un vientre espiritualmente hablando. La mujer tiene la responsabilidad de responder, como en el caso cuando es concebida a través de un esperma, que luego del periodo gestación como respuesta nace un niño; con esto demuestra su gran poder; no obstante, muchas de sus respuestas dependerán lo que los varones le engendremos.
Los varones somos en gran medida los responsables de las enfermedades que pueda padecer nuestra esposa; en sentido físico por ejemplo, se ha descubierto que algunas causas del cáncer del útero resultan a consecuencia de las enfermedades de transmisión sexual, y quien lleva estas enfermedades al lecho matrimonial es el hombre. En La Biblia se habla que el hombre se tenía que circuncidar al octavo día de nacido, y esto tiene su fundamento, ya que según estudios, se ha comprobado que las mujeres casadas con hombres circuncidados tienen menos probabilidad de desarrollar cáncer de útero.
Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada. (Génesis 2:23 LBLA)
Este versículo lo primero que menciona es que para el varón la mujer es huesos de sus huesos, esto significa que la mujer es "hueso". Entonces, cuando vemos en La Biblia enfermedades en los huesos, estamos viendo enfermedades en la mujer, o bien cuando vemos sanidades en los huesos, son sanidades en la mujer, o sanidad en el matrimonio como una consecuencia de lo primero, y en esto, los varones jugamos un papel muy importante, porque por medio nuestro podemos generar salud o enfermedad dentro del hogar, por eso es necesario que asumamos responsabilidad como ministros de nuestra familia.
Una enfermedad en la mujer puede ser cuando el hombre entra en prueba, porque las situaciones que se generan al aportillar el vallado de nuestra casa alcanzan a la esposa; y si verdaderamente la amamos no querremos daño para ella, sino bendición.
Sin embargo, extiende ahora tu mano y toca su hueso y su carne, verás si no te maldice en tu misma cara. (Job 2:5 LBLA)
En éste pasaje, el diablo habla con Dios y le arguye la falla de las primeras estrategias aplicadas a Job, diciéndole que si tocaba a su mujer, Job seguramente lo maldeciría, y vemos más adelante que su mujer le dice:" ¿Aún conservas tu integridad? Maldice a Dios y muérete. ", eso quiere decir que la enfermedad la alcanzó, y Job no pudo ayudarla a sanar porque estaba angustiado, bajo sufrimiento y en medio de la enfermedad. Job debió haber percibido que su esposa se encontraba afectada por espíritus inmundos, y al contrario, le dijo: "...has hablado como una de las mujeres insensatas...", en lugar de bendecirla y anular lo que había dicho.
Muchas veces, las mujeres tocadas por el diablo pueden hacer trizas su matrimonio, que como en el caso de Job le tocaron el hueso y la carne, donde él debió haber discernido que se trataba de una batalla de orden espiritual, y antes de continuar con la discusión, debió tomar en cuenta que "la respuesta blanda apacigua la ira", lo cual debe hacerse rema en nuestro corazón, para evitar confrontamiento con nuestra pareja, y luego tomar autoridad para reprender cualquier entidad de maldad que esté afectando nuestro matrimonio.
Me sobrevino un espanto, un temblor que hizo estremecer todos mis huesos. (Job 4:14 LBLA)
Cuando investigamos el contenido de las palabras "temblor "y "estremecer", juntas significan "tener miedo". Otra enfermedad que puede manifestarse en un matrimonio es cuando la esposa tiene miedo, vive aterrorizada y humillada ante la influencia del marido. El problema es que si la esposa tiene miedo al esposo, producto de la iniquidad, no se manifestará el crecimiento del amor dentro del hogar, sino por el contrario, existirá temor constante ante sus reacciones de ira. Los varones no debemos infundir miedo a nuestra esposa, más bien infundámosles confianza, porque es nuestra coheredera; un hombre que infunde miedo a su esposa, seguramente está influenciado por espíritus de maldad.
A los varones, Dios nos puso a gobernar como cabeza de nuestra casa, y por eso mismo, debemos anhelar que nuestra familia nos siga a manera como dice el Libro de Cantar de los Cantares: "...llévame a ti, y en pos de ti correremos...", y nuestra esposa se enamorará de lo que nosotros amamos, que es El Señor. Nuestra esposa es una bendición para nuestra vida.
Mi piel se ennegrece sobre mí, y mis huesos se queman por la fiebre. (Job 30:30 LBLA)
El fuego que describe éste versículo se puede ver en tres facetas: 1) en adoración falsa, 2) en chisme y murmuración, y, 3) en sexo ilícito, pero con lo que más se puede contaminar a la mujer es con el pecado sexual. Los varones debemos ser muy cuidadosos con el aspecto sexual, y si tenemos ideas constantes que vienen sobre nuestra mente en forma de recuerdos del pasado donde fuimos contaminados, debemos descartarlos de nuestra vida y buscar ministración espiritual. La pornografía toca un área del cerebro que es la misma que toca las drogas como la cocaína y el alcohol, que se trata de un lugar donde se crean estímulos; en esa área se va formando resistencia, haciendo que cada vez se necesite una dosis mayor para encontrar placer. Afirman los estudiosos en la materia, que una de las etapas identificadas en la pornografía es que se tiene que llevar a cabo, y seguramente algunos hombres buscarán concretar estos actos de pecado con su mujer, llegándola a contaminar. Si amamos a nuestra esposa, no podemos ni debemos contaminarla; por lo tanto, no podemos inyectarle este tipo de enfermedad.
Otro tipo de enfermedad que se manifiesta en el hogar es cuando el hombre en la intimidad trata de infringir dolor en lugar de placer, se trata de un problema que llega a los límites del sadismo.
Otra enfermedad es la que nos revela El Señor en Su Palabra cuando dice: "...mientras callé, envejecieron mis huesos..."; esto significa que mientras no le hablamos a nuestra esposa se vuelve más frágil, tomando en cuenta que a la mujer le gusta ser escuchada y escuchar. Si nos detenemos a analizar, la mujer es conquistada por medio de palabras que le endulzan el oído, porque la mujer aunque aprecia la belleza, es conquistada por medio del oído. En la pareja, la mujer es el vaso más frágil, pero en la medida que rompemos la comunicamos con ella, se va volviendo más frágil y se quiebra con mayor frecuencia.
El hombre es castigado también con dolor en su lecho, y con queja continua en sus huesos... (Job 33:19 LBLA)
Lo descrito en el versículo anterior, se trata de una enfermedad provocada por las quejas constantes. No es necesario decirle todo a nuestra esposa, porque hay cosas que le harán más daño que el propio silencio.
Soy derramado como agua, y todos mis huesos están descoyuntados; mi corazón es como cera; se derrite en medio de mis entrañas. (Salmos 22:14 LBLA)
Cuando una mujer está fuera de su lugar, es un hueso descoyuntado, que es una enfermedad muy común en algunos hogares. Esto sucede cuando una mujer pretende ser cabeza del hogar, incluso en el aspecto religioso; donde posiblemente haya sido el mismo esposo quien permitió esta situación al no afrontar sus responsabilidades.
REMEDIOS PARA LA ESPOSA
La luz de los ojos alegra el corazón, y las buenas noticias fortalecen los huesos. (Proverbios 15:30 LBLA)
Para fortalecer a nuestra esposa, debemos darle las buenas nuevas, que es el Evangelio del Señor Jesucristo, prediquémosle a nuestra esposa y nuestros hijos para evitar que las enfermedades entren en nuestro hogar.
Panal de miel son las palabras agradables, dulces al alma y salud para los huesos. (Proverbios 16:24 LBLA)
Como una muestra de la influencia del Espíritu Santo en nosotros, hablémosle a nuestra esposa con dulzura y veremos el cambio y reacciones positivas que conseguimos de ella. Tratémosla bien, con palabras dulces al alma y mantengamos una unidad granítica dentro de nuestro hogar, pero basada en el amor de Dios. Necesitamos buscar que nuestra casa sea bendecida por el Señor, quien nos dio promesa por medio de Abraham al decir que a través de él serían bendecidas todas las familias de la tierra; y al llegar el tiempo Su Palabra se cumplió cuando vino la respuesta de Cristo Jesús.