El Señor nos da la libertad para que escojamos una persona con la que podamos y queramos vivir conforme a Su palabra.
No es específicamente que Dios tenga una persona reservada para ti y que tengas que esperar que un ángel venga y te diga: “Este es”. Muchas mujeres cristianas tienen ese temor a equivocarse o a escoger el que “no era”, el que Dios no quería. El Señor nos da la libertad para que escojamos una persona con la que podamos y queramos vivir.
Lo que Dios pide de nosotros son principios que El ya nos dejó en la Biblia. El más importante es no unirse en yugo desigual, que es un mandato que trae muy malas consecuencias a nuestra vida si no lo obedecemos. Lo que a Dios le interesa es que cuando escojamos a esa persona, sea hombre o mujer, tenga al Señor en su corazón, sea nacido de nuevo y que sirva al Señor con la misma pasión que nosotros.
Creo que aun dentro de la misma iglesia, puede haber un yugo desigual en el sentido que uno sirva a Dios y que la otra persona sólo vaya a la iglesia los domingos o no le interesa la visión, entonces esa persona me puede separar de lo que Dios ya hizo en mi vida, que fue el decirle que sí.
También, lo otro es que los padres de ambos estén de acuerdo con la persona que uno escoja. Buscar la aprobación de los papás en cuanto a la educación de la persona, a la forma de ser, en la forma en que nos va a llegar a tratar un día. Entonces, también hay que consultar a nuestros padres.
El Espíritu Santo te guía, te da el discernimiento, la guianza y también la firmeza o la paz de saber que con esa persona vas a saber vivir. Eso no descarta el que puedan tener problemas. No sólo porque es el hombre que Dios te dio quiere decir que nunca los vas a tener; van a tener que trabajar el uno con el otro en sus temperamentos para saber cómo vivir un día juntos o llevar una relación de noviazgo. Creo que el Espíritu Santo es sumamente importante en todas las áreas de nuestra vida, pero El no va a estar esperando a tomar las decisiones por nosotros, El nos ayuda y guía.
Entonces podemos decir que hay tres personas involucradas en nuestra decisión:
1. Yo tomo mi propia decisión y soy responsable de sus consecuencias.
2. El Señor me da parámetros para tomar la decisión, y me puede confirmar a través de su guianza o su paz, si he tomado una buena decisión.
3. Y mis padres que me han instruido con sabiduría. Ellos son los que nos ayudan a saber si estoy en el buen camino.
Entonces, concluimos que tiene que ser cristiano, con la fe en el mismo Dios y las mismas creencias. Segundo, se le puede agregar un nivel de madurez conforme a nuestra decisión, que es que tenga la misma pasión por Cristo, que mis padres lo acepten y que por el servicio esté dispuesto a dar su vida, así como la estoy dando yo.
Sonia Luna - Como Saber Que He Encontrado Al Hombre Que Dios Quiere Para Mi
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20:04:00
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