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Apostol Sergio Enriquez - Como Se Llega A Herir A Otra Persona

M. Bravo
Por -
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Si no queremos perder a nuestro cónyuge, no lo debemos herir. Según información contenida en un documental de vida animal, existe el “Dragón Komodo” que habita en el fango y la suciedad, y pese a no ser muy grande es un animal que caza sorprendiendo a sus presas, incluso a búfalos, que luego de herirlos los persigue y ya enfermos y debilitados caen, aprovechando el momento para devorarlos; sus presas sin pelear ni batallar son heridos y muertos al final. Si relacionamos éste aspecto con nuestra vida, vemos que también nuestra casa puede ser herida, según lo muestra el capítulo 12 de Libro de Éxodo, que nos enseña que el ángel destructor primero pasó
hiriendo y luego destruyó.

Pues el SEÑOR pasará para herir a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y
en los dos postes de la puerta, el SEÑOR pasará de largo aquella puerta, y no permitirá que el ángel destructor entre en vuestras casas para heriros.
(Éxodo 12:23 LBLA)

El destructor actúa de diferentes maneras, lo vemos ilustrado en el Libro de Romanos Capitulo 8, en las tres preguntas que se formulan que marcan un proceso en el que se define la artimaña del destructor, contenido en los tres versículos siguientes:

Anti Atrio

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
(Romanos 8:33 LBLA)

Anti-lugar Santo

¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó,
el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
(Romanos 8:34 LBLA)

Anti-lugar Santísimo

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
(Romanos 8:35 LBLA)

En el Nuevo Testamento vemos que el destructor destruye separando en piezas, debilitando y fraccionando; cuando una persona se está separando de Dios se está muriendo, por lo que el próximo paso será su destrucción. Entonces, el proceso del destructor será primero la acusación, luego una condenación y finalmente la destrucción. El destructor también puede operar hiriendo, por lo que es necesario que
examinemos nuestro interior para saber si estamos heridos para buscar nuestra sanación.

El que habla sin pensar, hiere como un cuchillo, pero el que habla sabiamente sabe sanar la herida.
(Proverbios 12:18 BLS)

Pese a no ser su intención, existen personas que hieren porque hablan sin pensar, dejando heridas abiertas, que si no viene La Palabra con sabiduría para sanar mediante un proceso de recuperación, puede llegar a provocar la muerte. En nuestro hogar, seguramente hemos herido a nuestro cónyuge, al hablan sin meditar lo que sale de nuestra boca, y no aplicamos lo que La Palabra nos dicta: “la respuesta blanda apacigua la ira”, por el contrario, complicamos los problemas dejando heridas en nuestra pareja. Lo primero que debemos hacer como un medio preventivo a estos ataques del dragón, es hablar después de haber pensado muy bien lo que vamos a decir, porque cuando nos enojamos decimos cosas de las que luego nos arrepentimos, hiriendo a nuestro cónyuge; si ya herimos, debemos pedir perdón y no volverlo hacer. El que habla sin pensar hiere como un cuchillo, por lo que es necesario que editemos lo que vamos a decir y sopesar el pensamiento de la otra persona.

Debemos pedirle a El Señor constantemente que nos ayude a no contender, pero si se llega al extremo de pelear, nunca digamos palabras sin pensar, porque lo que sale de nuestra boca puede matar, especialmente a los miembros de nuestra familia.
El garfio y el azadón son una representación del egoísmo, que busca sólo el beneficio para si mismo. Cuando una persona en la casa, familia, matrimonio y hogar solamente busca beneficio para sí mismo, está “hiriendo el caldero”, como lo señala el siguiente versículo; esto no debe suceder en nuestro hogar, porque todas las cosas
deben ser compartidas con nuestro cónyuge y con todos los miembros de nuestra familia. En la cultura hebrea se enseñaba que como parte del presupuesto, primero estaban las primicias que significan los diezmos para Dios, luego la cosecha que era para la casa, y finalmente lo que se dedicaba a los pobres en el rebusco; como vemos,
la cosecha es para disfrutarla con la casa y no sólo consigo mismos. Cuando se trata
de la familia sólo debe existir el termino “nuestro” en el diario vivir, que será una muestra de nuestro compartir.

Y hería con él en la caldera, ó en la olla, ó en el caldero, ó en el pote; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para si. De esta manera hacían á todo Israelita que venía á Silo.
(1 Samuel 2:14 SRV)

Otro aspecto que hiere mucho en las casas es la esclavitud, utilizando algunas artimañas como la brujería y la hechicería. Posiblemente muchos varones estarán esclavizados por la hechicería, convirtiéndose en un instrumento de su esclavizador; o en caso contrario, una mujer puede estar siendo esclavizada sufriendo consecuencias
similares. Las mujeres deben anhelar un hombre que las ame y que las proteja, no sólo buscar un medio de manutención; como varones, cuando nos sentimos sólo un instrumento de sostén económico, nos llegamos a sentir heridos y lastimados. También lastimamos a Dios, si sólo lo llegamos a considerar un proveedor; como

Ministros no debemos predicar el evangelio que enseñe que Dios está sólo para darnos, Él es bueno aunque permita que venga a nosotros el bien o mal, porque al final no tiene despropósitos para nosotros.

Si no queremos ser esclavos, no debemos hacer de nuestra esposa una esclava, porque existen hogares donde en lugar de haber amor, solo existe el miedo. El vínculo perfecto que nos debe unir es el amor porque cubre multitud de faltas, por eso debemos buscar ser perfeccionados por el Espíritu de Dios.

Porque su pesado yugo y la vara que hería sus espaldas, y el bastón de su tirano, tú los hiciste pedazos, como en la jornada de Madián. (Isaías 9:3 FTA)

Existen golpes incesantes que logran acabar con los matrimonios. Tenemos que frenar las actitudes hostiles y agresivas que son repetitivas como una gota perenne, lo cual
puede romper nuestras familias; eso no debe suceder en nuestras familias, porque necesitamos tener familias vigorosas para tener una Iglesia vigorosa, y de esa manera
formar una sociedad fuerte en el Señor.

El SEÑOR ha quebrado el báculo de los impíos, el cetro de los gobernantes
(Isaías 14:5 LBLA)

El cual hería los pueblos en saña, con golpe incesante, y hollaba las naciones en ira, con persecución desenfrenada.
(Isaías 14:6 VM)

Es necesario que agradezcamos a El Señor que Su bondad y Su misericordia nos cubra, porque nos permite ver Su victoria constantemente. Debemos rogar estabilidad en nuestro hogar, aún en medio de los problemas, enfermedades y de la escasez, porque es necesario que Su mano poderosa esté siempre con nosotros para que frene la hostilidad en nuestros hogares y que en su lugar permanezca Su amor y Su Palabra como guianza de nuestras vidas.

Sergio G. Enriquez O.
Apóstol

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