El Señor Jesucristo debe ser el
parámetro de lo que debemos ser en la tierra, de tal manera que el que
dice que está enamorado de El, debe caminar como Jesús lo hizo cuando
estuvo en la tierra; no se trata que lo hagamos como El camino ahora,
sino cuando estuvo sobre la tierra desarrollando Su ministerio. Sin
embargo debemos comprender que el verbo en sí, nunca empezó en la
tierra, porque de otra forma no podría ser Dios, si hubiera empezado en
la tierra entonces tendría principio y fin, pero no es así; Cristo había
visitado la tierra en sus diferentes manifestaciones y en determinado
momento el Padre le preparó un cuerpo y el Espíritu Santo lo engendró
para caminar en la tierra en santidad, sin pecado y fue precisamente por
eso que El; por medio de la muerte de cruz, se hizo maldición para
quitarla de nuestra vida, y que pudiéramos tener acceso al Padre. Cuando
Jesús muere en el madero en forma de cruz; en ese preciso momento
dejamos de ser malditos para empezar el proceso de bendición en nuestra
vida el cual se ha desarrollado desde hace más de 2000 años. De tal
manera que entonces Jesús viene en un momento y nos pone en la misma
condición en la que El está.
Por eso vemos que el Apóstol Pablo dice
en las epístolas, respecto a que alcancemos la estatura del varón
perfecto, como la que Jesús tuvo; esta es una de las metas para
continuar a la siguiente meta, porque la siguiente es: en la medida de
la plenitud de Cristo. Por eso dijo David en el Salmo 17:15 que él
estaría satisfecho hasta el día que desperatara a Su semejanza; lo cual
es lo mismo que nosotros deberíamos anhelar. Como le sucedió al
personaje que se encontró la reina de Sabá, ella pensó que era el rey
Salomón al que había encontrado; porque la gloria de aquella casa era
tal, que los siervos reflejaban al mismo rey Salomón. Eso mismo es lo
que nosotros debemos anhelar, ser llenos de la presencia de nuestro
Señor Jesucristo al grado que no se vea nuestra semblanza, sino, la luz
de Jesús en todo momento; esa es una de las metas en el evangelio, la
manifestación de Cristo en nuestra vida, que el mundo vea en cada uno de
nosotros a nuestro Señor Jesucristo.
Por esa razón hemos sido traídos a la
casa de nuestro Señor, para que en la medida que nosotros le permitamos
al Espíritu Santo que no opere en nosotros y nos equipe a través de Sus
ministros; podamos entonces asimilar Su enseñanza y que vayamos
cambiando día con día hasta que seamos como Jesús. Es por eso que en la
Santa Cena, cuando comemos la carne de Cristo, tipificada en pan; y
llega a nuestro interior, inicia una regeneración para que nuestra carne
sea sustituida por la de El y entonces caminemos como Jesús caminó
cuando estuvo en la tierra como el Cordero de Dios.
El Apóstol Pablo decía que quería
alcanzar aquello para lo cual había sido alcanzado, pero para que eso se
cumpla, debemos caminar como Jesús caminó mientras desarrollaba Su
ministerio; obviamente eso no significa que tengamos que hacerlo bajo la
ley de aquel entonces y que entonces tengamos que usar sandalias y
túnica; sino que se refiere a caminar en la santidad en la que Jesús
anduvo.
Del tal manera entonces; necesitamos
hacer las cosas que El hizo, pero también lo que no hizo, y en ambos
casos llenos del Espíritu Santo, porque El dijo que las cosas que El
hizo, nosotros haríamos y aun mayores porque El iba al Padre; eso
significa que haremos lo que Jesús no hizo, pero haciendo lo que El
hizo.
Estaba enfermo cierto
hombre, llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su
hermana. (Era aquella María que ungió al Señor con ungüento, y enjugó
sus pies con sus cabellos, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo.) Las
hermanas, pues, le enviaron recado, diciendo: Señor, el que amas está
enfermo. Empero Jesús, al oír esto, dijo: Esta enfermedad no es para
muerte, sino para gloria de Dios, para que sea glorificado el Hijo de
Dios por medio de ella. Y Jesús amaba a Marta, y a su hermana, y a
Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días todavía
en aquel mismo lugar donde estaba. Entonces después de esto, dijo a sus
discípulos: Vamos otra vez a Judea. (Juan 11:1-7 VMP)
Marta entonces dijo a Jesús:
Señor, si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano. Mas yo sé
que aun ahora, todo cuanto pidieres a Dios, Dios te lo dará. Dícele
Jesús: Resucitará tu hermano. Marta le dice: Yo sé que resucitará en la
resurrección en el día postrero. Jesús le dice: Yo soy la resurrección y
la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel
que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees tú esto? (Juan 11:21-26
VMP)
Jesús no atendió inmediatamente el
llamado para sanar a Lázaro, con eso hizo, lo que no hizo; lo cual fue
no responder al favor que las hermanas de Lázaro le habían enviado a
pedir; sino que regresó hasta que estaba muerto, porque lo que debía
hacer era resucitarlo y para eso, necesitaba que estuviera muerto, para
que el nombre de Dios fuera glorificado; por eso le dijo a Marta que El
les había enseñado que si creían, verían la gloria de Dios, porque El
era la vida y el que en El crea no moriría jamás. Pero entonces existen
cosas que Jesús no hizo para que nosotros aprendamos de lo que El no
hizo.
Mas Jesús respondiendo, le
dijo: Consiente ahora; porque así nos conviene cumplir toda justicia.
Entonces lo consintió. (Mateo 3:15 VMP)
El versículo anterior pertenece a la
narración cuando Juan El Bautista está ejerciendo su ministerio y había
una especie de revolución en Jerusalén por lo que él estaba haciendo; le
hablaba a los pecadores diciéndoles a la cara que estaban en pecado; y
de pronto ve cuando nuestro Señor Jesucristo se acerca a él para que lo
bautice, aunque la primera impresión de Juan El Bautista fue pedirle a
Jesús que lo bautizara porque él no era digno de desatar la correa de Su
calzado; sin embargo era necesario que se cumpliera con toda justicia,
que se cumplieran los principios que el Padre había establecido en el
Antiguo Testamento con relación al cambio de sacerdocio; por el orden
sacerdotal al que Juan El Bautista pertenecía, y que en ese momento se
lo estaba trasladando al noveno orden sacerdotal el cual pertenecía
entonces a Jesús.
Pero lo que nos deja ver le cita
anterior es que de pronto podía surgir un problema con el bautismo de
Jesús; porque Juan El Bautista podía decir que a través de él, había
sido activado el ministerio de Jesús; de alguna forma debía existir una
especie de confrontación en ambos ministerios, pero sobresaliendo la
humildad que cada uno llevada dentro. Entonces lo que Jesús hizo fue que
no midió lo que otros puedan medir para recibir la bendición o para
cumplir los preceptos de Dios sin estarnos elevando más de lo debido;
porque eso fue lo que hizo Jesús; en ningún momento se exaltó sobre
Juan, sino que hizo lo que debía hacer por la orden divina en humildad y
obediencia al Padre.
Y tomó Jesús aquellos panes,
y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los
discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces,
cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos:
Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.
Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco
panes de cebada sobraron a los que habían comido. Aquellos hombres
entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este
verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. Pero
entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey,
volvió a retirarse al monte él solo. (Juan 6:11-15 RV 1960)
Jesús no permitió que lo hicieran rey
porque Su reino en ese momento, no era de este mundo. Lo que no hizo fue
permitir que lo hicieran; y que eso lo sacara del Su propósito de estar
en la tierra como el Cordero de Dios. Esto mismo es lo que nosotros
debemos hacer; no permitir que ninguno nos desvíe de nuestro propósito
de estar en la tierra con una orden de parte de Dios; pero para eso,
también necesitamos saber a qué venimos a la tierra y después que lo
hayamos averiguado, trabajar en alcanzar aquello por lo cual fuimos
alcanzados.
Jesús, por tanto, dijo a
Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que me ha dado mi Padre,
¿acaso no la he de beber? (Juan 18:11 VMP)
Lo que no hizo Jesús fue quitarle la
espada al Apóstol Pedro, ¿por qué?, porque el evangelio no es impositivo
sino que expositivo; lo que nosotros debemos hacer es enseñar la
palabra de Dios para que los que nos escuchen sean llenos del Espíritu
Santo y como consecuencia dejarán aquello que deben dejar, pero sin que
haya necesidad de imponerlo, sino exponiéndolo en todo tiempo; por eso
debemos ver qué fue lo que Jesús hizo y qué fue lo que El no hizo.
Y le ofrecieron vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó. (Marcos 15:23 VMP)
Jesús estaba por morir, sin embargo no
permitió mezclas en Su interior, no permitió humanismo para poder morir.
Si queremos hacer lo que Jesús hizo y no hacer lo que El no hizo,
debemos anhelar la llenura del Espíritu Santo porque de otra forma no lo
podremos lograr. Por eso es importante que estemos clamando por esa
llenura y que nos congreguemos para que de alguna manera seamos
contagiados de aquellos que otros tienen, que seamos contagiados por lo
que otros anhelan de parte de Dios y que mantengamos la unidad del
Espíritu.