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Apostol Sergio Enriquez - Discerniendo La Alabanza Parte II

M. Bravo
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En la primera parte de este tema, vimos que David tuvo su primer hijo y que su nombre, Amnón, significa: Fiel, Verdadero y Tutor, esto nos enseña que aquellos que alcanzan la dulzura de Dios, tienen como producto, la fidelidad, la veracidad y la tutoría de los inmaduros refiriéndonos a la alabanza.

Sin embargo y sin importar lo que pueda dar como resultado una sana doctrina; en este tiempo muchos salmista han vendido su don musical, al enemigo, con el propósito de alcanzar la fama y la cima en la farándula cristiana, sin importar que el propósito sea dominar los sentimiento de muchas personas como lo hacen en el mundo; pero no alcanzan agradar a Dios en ningún momento, porque lo que ellos han estado haciendo es un negocio propiamente dicho, firmando contratos con empresas del mundo y que sean ellos los que administren su don musical, cuando la realidad es que fue Dios el que les dio ese don y no tendrían ningún derecho a vendérselo al mundo por ninguna cantidad, considerando que fue nuestro Señor Jesucristo quien derramó Su sangre por ellos y que como consecuencia, les dio posteriormente un don para que pudieran guiar al pueblo de Dios en la alabanza para poder entrar al Lugar Santísimo.
Necesitamos aprender a discernirlo todo, tanto la doctrina, como la alabanza, porque el enemigo está viendo de qué forma nos hace caer en sus juegos satánicos. Pero nosotros debemos cuidarnos de lo que escuchamos y con qué pretendemos llegar a complacer el corazón de Dios. Vemos que David tuvo varios hijos y en cada uno de ellos, era una experiencia que él tenía, por ejemplo: vemos que Amnón significa: fiel, verdadero y tutor, aunque él no le haya hecho honor a su nombre, sino que, hasta cierto punto fue una vergüenza para padre cuando violó a su propia hermana. Recordamos el testimonio de un ministro de alabanza que lo invitaron a participar en una Iglesia, pero no le pudieron cubrir sus gastos de ninguna forma. Ante esa situación, responde que para él, la presencia de Dios sería su ofrenda. Esto lo que significa es que aún existen ministros de alabanza que aunque no tengan un nombre que pueda significar algo trascendente, prefieren la presencia de Dios, que obtener una ofrenda material; pero para llegar a ese nivel y que no seamos movidos fácilmente de nuestra forma de pensar, necesitamos morir al mundo, a nuestro ego, a nuestros afanes, metas y tanta cosa que pueda estorbar nuestra verdadera prioridad en buscar el rostro de Dios.
...el segundo, Quileab, de Abigail, viuda de Nabal de Carmel...(2 Samuel 3:3 LBLA)
Quileab significa: El padre me protege. Un salmista de Dios no puede ser una persona que esté contaminada. El fruto de ser el dulce cantor de Israel, en medio de la persecución; los hacía sentir la protección de Dios, porque en ese entonces Saúl estaba persiguiendo a David. Por otro lado el nombre de Quileab, también es Daniel, que significa: Dios es mi juez. Lo lamentable es que muchos ministros de alabanza no están buscando la justicia de Dios, no son temerosos de Dios, sino que, buscan la fama sin importarles si están contaminando y desviando el corazón de toda la juventud.
...el tercero, Absalón, hijo de Maaca, hija de Talmai, rey de Gesur... (2 Samuel 3:3 LBLA)
Absalón significa: Padre de paz o mi padre es paz. Los nombres de los hijos de David, tuvieron un significado muy espiritual, aunque ellos, siendo hombres con su conciencia debidamente formada, no supieron honrar a Dios ni a sus padres. Pero el punto es que debemos cuidar de no contaminarnos con el tema de la alabanza porque si somos salmistas, debemos escribir los cantos que sean inspirados por el Espíritu de Dios y si estamos organizando un movimiento de alabanza, debemos cuidarnos de estar edificando nuestro espíritu y nuestra alma y no buscar el beneficio económico para convertirnos en millonarios. Es por eso que debemos estar atentos a no babilonizar la alabanza, porque la alabanza y la adoración a Dios, es algo santo con lo que estamos expresándole nuestro amor a Dios y si lo babilonizamos, ¿qué clase de amor le estamos expresando a Dios? El amor a Dios debe fluir de lo más profundo de nuestro corazón, y que como consecuencia nuestra alma se compunja ante la magnificencia del amor de Dios hacia nosotros.
Otro detalle que debemos saber es que, es en nuestra congregación donde se aprende el cántico nuevo, porque si lo queremos aprender en otro lado, podemos llevar contaminación a los nuestros. Debemos buscar a Dios en forma espontanea sin que el mundo nos esté tratando de dirigir de acuerdo al propósito del diablo.
...el cuarto, Adonías, hijo de Haguit; el quinto, Sefatías, hijo de Abital... (2 Samuel 3:4 LBLA)
Adonías, significa: Jehová es mi Señor o mi amo. El fruto del salmista debe ser el señorío de Dios en su vida y no enseñorearse sobre los demás, como está sucediendo con algunos salmistas cuando llegan a determinado lugar, exigen cierto trato y que les provean de lo que necesitan pero con exigencia de nivel de calidad de punta.
El nombre del quinto hijo significa: El Señor que Juzga. El salmista debe tener un canto de nivel de transparencia que denote la pureza del corazón con una adoración genuina.
...y el sexto, Itream, de Egla, mujer de David. Estos le nacieron a David en Hebrón. (2 Samuel 3:5 LBLA)
Itream significa: la excelencia de la gente. Lo que debemos buscar es la preparación o afinación de los talentos que Dios nos entrega. Como parte de los requisitos que podríamos decir que debe cumplir un salmista, es teniendo cobertura apostólica porque de otra forma no podrá soportar los ataques de las tinieblas. Dios envía a Sus apóstoles a las naciones y en mas de algún lugar el diablo se levanta para amedrentar la ministración de la palabra de Dios; pero Dios le ha dado a sus enviados, a los apóstoles, palabra con poder para poder contrarrestar esos ataques; pero cuando un salmista se siente autosuficiente y anda como si fuera un ministro primario, los ataques del diablo serán directos y lo podrían destruir.
El tiempo que vivimos, como lo hemos dicho en repetidas oportunidades, es un tiempo final, un tiempo peligroso en el que el enemigo está al ataque por todos los medios que tiene a su alcance, con el propósito de hacer tropezar al pueblo de Dios y que no sea participe del glorioso arrebatamiento de nuestro Señor Jesucristo, sino que, se quede a compartir los horrores de la gran tribulación. He ahí la importancia en todos los ámbitos cristianos, que estemos alertas de que el enemigo no burle la guardia que podamos tener y que al final estemos cayendo en sus juegos diabólicos. Es por eso que debemos recordar que la música cristiana es la que da la gloria a Dios en los cielos y paz a los hombres en la tierra. En ningún momento podemos pensar que podemos agradar a Dios con cantos que estén exaltando la humanidad de algún hombre; quizá no sean cantos directos a un personaje, pero que de pronto piensen que son ellos los que hacen posible la gloria de Dios, cuando el único que lo puede hacer posible es el Espíritu Santo. Cuidemos el don musical si lo hemos recibido y cuidemos nuestro corazón para poder elevar un cántico nuevo genuino que pueda ser recibido con agrado hasta el trono de nuestro Dios.

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