Joyce Meyer - Como Ser Radical Y Extraordinariamente Bendecido
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Cada uno de nosotros esperamos recibir bendiciones. Queremos comida, ropa y una casa bonita para nuestras familias. Deseamos paz, gozo y amistad. Dios quiere esas mismas cosas para nosotros.
Pero Él puede darnos mucho más que únicamente lo suficiente para sobrevivir. Él tiene la habilidad de proveer para nosotros más allá de lo que podemos imaginarnos y puede bendecirnos radical y extraordinariamente. Considere estas palabras: Radical significa: “drástico o en extremo”. Extraordinario significa: “más allá de la razón, sin reservas, impresionante. Esa es la clase de bendiciones que Dios tiene para usted y para mí.
La Escritura confirma que Dios desea proveer para Su pueblo de manera extraordinaria. El Salmo 23:5 dice: ...unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. En Malaquías 3:10, Dios dice: probadme ahora en esto... si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Dios quiere proveer abundantemente y en maneras tan grandes que no podemos comprender.
CREYENDO LA PROMESA DE DIOS
¿Cómo tenemos acceso a las bendiciones radicales y extraordinarias? Efesios 2:10 nos da más entendimiento en cuanto a esto, explicándonos que Dios preparó de antemano una buena vida para nosotros. Usted y yo podemos tener esa vida únicamente si elegimos caminar en ella, si nos sometemos a Su voluntad para nosotros. La clave es la obediencia.
Me es de gran ánimo leer sobre otros seguidores obedientes de Dios, como lo fueron Noé y Daniel. Noé obedeció a Dios construyendo un arca sin tener señales visibles de que lo que Dios le había dicho era verdad. También obedeció las otras instrucciones de Dios, como por ejemplo: mover dentro del arca a su familia junto a la manada de animales de par en par lo cual fue una tarea monumental. Después del diluvio las aguas bajaron y la bendición de Noé fue evidente: Tanto él como los demás habitantes del arca eran los únicos seres vivientes que quedaban en la tierra.
Daniel también recibió bendiciones radicales de parte de Dios. Él fue llevado a la casa del rey para ser enseñado, estuvo de acuerdo con las restricciones de Dios, de que no comería ciertas comidas o haría ciertas cosas a pesar de que el rey le dijo que hiciera lo contrario. Daniel propuso en su corazón no contaminarse. Él pidió, que no se le obligase a comer de la porción de la comida del rey o beber del vino que se le sirviera. Hasta donde él sabía, podía morir si rehusaba ceder y desobedecer los deseos del rey, pero él tenía que hacer lo que creía era lo correcto. También, contrario a las instrucciones del rey, Daniel continuó orando a Dios y no al rey. ¿Qué bendiciones recibió Daniel por ser tan obediente? A cualquier lugar que fue, desempeñó un papel de liderazgo. Recibió favor ante todas las personas y ante todos los reyes. Tenía sabiduría, conocimiento, y podía interpretar sueños. Ahora bien, esa es ¡una bendición radical y extraordinaria!
SEMBRANDO SEMILLAS RADICALES
En todo lo que hacemos en la vida, estamos sembrando semillas y cosechando lo que sembramos. Cada vez que desobedecemos a Dios, estamos sembrando una semilla de la que no queremos cosechar. Cada vez que obedecemos a Dios, estamos sembrando una buena semilla. Así que, ¿cómo sembramos las semillas radicales que producen una cosecha de bendiciones radicales?
Primero, debemos aprender a escuchar la voz de Dios claramente. No puede obedecer a Dios si no sabe cómo escucharlo y nosotros tenemos un derecho comprado con sangre de ser dirigidos por Él. Dios nos habla de muchas maneras, a través de la naturaleza, el sentido común y la mayoría de las veces por medio de Su PALABRA. También nos dirige por medio de esa voz apacible y delicada de Su Espíritu en nosotros. Ésta es una de las maneras más comunes para escuchar de Él. Una vez que usted comienza a reconocer Su voz, puede elegir a obedecerlo. Sin embargo, para oír de Él, es necesario estar callados y quietos. Necesitamos silencio tanto en nuestro interior como en nuestro exterior para poder oír esa voz apacible. Algunas veces la única forma de lograr ese silencio es apagando el timbre de nuestro teléfono, salir de la casa, o encontrar un lugar tranquilo.