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Otoniel Font - Lo Prufundo De Dios

chino bravo
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Pedro fue guiado por un ángel del Señor hasta fuera de la cárcel en la que lo había apresado Herodes y, cuando hubo llegado a la calle, dice la palabra que volvió en sí, y dijo: Verdaderamente, Dios fue quien me libró.

Quizás, de la mayoría de las cosas que te has librado, has tomado tú el crédito, por el conocimiento que tienes, por lo que has podido hacer; pero, ¿de cuántas cosas puedes decir: Verdaderamente, Dios me libró de esto?


Es lamentable que, en medio nuestro, en nuestras iglesias, esa no sea la experiencia más común; que la gente no pueda darle el crédito a Dios de lo que él hace en sus vidas. Dios quiere llevarte a un lugar donde tú puedas verdaderamente entender que es él quien te ha librado, que no había otra manera. Dios no fue quien te metió a la cárcel, quien te metió en ese problema; pero, en medio de tu problema, Dios quiere verdaderamente revelarse a tu vida, Dios se quiere mostrar como tu Dios, quiere mostrársete fiel, quiere mostrarte su favor y su gracia sobre tu vida. Eso que tú has dicho que te está estancando, deteniendo, Dios lo ve como una oportunidad para él probarse contigo, verdaderamente, para que tú entiendas, verdaderamente, que él es tu Dios, que él te sacó.

Pedro era un apóstol, un hombre que caminó con Cristo, que ya Dios lo usaba haciendo milagros; pero una cosa es tú orar por otro para que otro se sane, y otra cosa es tu orar por ti mismo para que tú te sanes; una cosa es orar por otro para que prospere, otra, ver a Dios obrar en tu vida, y decir: Solo Dios me pudo sacar de esto.

Cuando Dios te abra las puertas que te han trancado, vas a poder decir: Verdaderamente, Dios es real. Y, una vez llegues a ese punto, no habrá vuelta atrás; nadie te va a convencer de lo contrario. Cuando tienes una experiencia de revelación como esta que tuvo Pedro, ves a Dios de una manera diferente. 1 Corintios 2, dice: 10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Para que el Espíritu te revele algo a ti, tiene que buscarlo en lo profundo de Dios. Cuando llegas a este nivel de revelación, conoces a Dios como nunca antes, se hace real en tu vida; pasa de ser un conocimiento, a ser una experiencia profunda en el Espíritu.

Es triste que permitamos que sean las circunstancias las que nos hagan ver a Dios de una manera contraria. La gente ha querido hacer más real el mal que el bien. Pero, cuando la puerta se abre delante de ti, tú ves a un Dios como nunca antes lo habías visto, y te das cuenta que la profundidad de su propósito y su amor por ti, son más grandes de lo que tú jamás habías pensado.

Dice la palabra que Pedro empieza a caminar en esa dimensión del espíritu, sin saber si era una visión o no, y dice la Biblia que, cuando sale, vuelve en sí; pero aquel ya no era el mismo Pedro que entró a la cárcel, sino un Pedro totalmente diferente; veía a Dios como jamás lo había visto.

Cuando experimentas a Dios, tampoco a ti mismo vuelves a verte de la misma manera. Pablo escribió que somos transformados, mirando la gloria de Dios, como un espejo. Esto, ante la gente, es un problema, porque tú no te ves igual; ya no te prestas para lo mismo que antes; tu imagen cambió. Ya no te ves como ellos se ven, y no actúas como ellos. No es que te creas más, sino que has entendido que hay más para ti, que puedes alcanzar más, que puedes llegar a otro nivel, que fuiste llamado para algo más grande.

La experiencia que Dios te va a dar de abrirte una puerta va a cambiar la imagen que tienes de ti mismo para siempre; jamás te vas a ver como la persona deprimida que te has visto toda tu vida, como infeliz; vas a caminar diferente, pensar diferente, porque la revelación de Dios se va a manifestar en ti, y la imagen de Dios se va a transferir y reflejar en tu vida.

Cuando una persona recibe revelación de esta manera, cuando tiene una experiencia como esta, su nivel de oración cambia para siempre. Comienzas a orar en el espíritu, desde tu interior; te das cuenta que no es el conocimiento natural lo que va a hacer que las cosas pasen. Desde adentro de ti salen esos gemidos de los que habla la Biblia, y comienzas a orar más allá de tu conocimiento. Comenzarás a orar por cosas, sin saber por qué. Tu manera de orar entrará en una dimensión de poder como tú jamás la habías vivido.

La puerta detrás de la que estás encerrado hoy, es la oportunidad más grande para que toda tu vida cambie para siempre porque, cuando Dios te abra esa puerta, lo vas a ver como nunca antes, te vas a ver a ti como jamás te habías visto, y tu vida de intercesión entrará en un nivel que tú jamás habías experimentado.

Tu vida cambia dramáticamente, en un instante de revelación. Y, mientras esto ocurre, tú tienes que seguir caminando; hasta que Dios se te revele, hasta que el milagro se dé, hasta que llegues a ese punto. Por eso Dios ordena tus pasos. Tú no sabías por lo que ibas a pasar, pero te das cuenta que, por lo que ibas a pasar, necesitabas la palabra que has recibido. Y la pregunta es ¿cómo hubieras pasado el problema, si no hubieras tenido esta palabra?

Es la palabra la que te hizo caminar, sin saber para dónde ibas, para que Dios se te revele como jamás tú lo habías visto.

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