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Sergio Scataglini - Hambre por Dios

chino bravo
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Cuando comenzó en la Argentina el avivamiento con Annacondia, en 1984, yo estaba en el Seminario Fuller en Pasadera, California, perdiéndome todos los acontecimientos y la emoción de esos primeros años.

Al principio, solo podía imaginar el avivamiento a través de los recortes de los periódicos y las cartas que me enviaban mis padres; en cuanto recibía algo nuevo lo compartía con mi profesor
de Iglecrecimiento, el Dr. C. Meter Wagner, hasta que a los fines de 1985 deje Fuller por un trimestre y regrese para ver el avivamiento con mis propios ojos.

Durante mi ausencia de Fuller estuve en la Plata, la ciudad donde residía mi familia. Me resultaba muy evidente que Annacondia y sus campañas estaban cambiando la atmósfera espiritual de la Argentina.

Se dice que desde 1984 el ha guiado al Señor a mas de dos millones de personas. Iglesias que no habían experimentado ningún crecimiento, ahora tenían una nueva afluencia de gente que había aceptado a Cristo en una de sus campañas.

También había cambiado la manera en que la mayoría de las iglesias conducían sus servicios: por lo general, las personas mas abiertas al mover del
Espíritu Santo y a las nuevas cosas del Espíritu.

En el otoño Argentino de 1986 regrese a Fuller, donde me encontré con Kathy, mi futura esposa, quien también estudiaba en el seminario. Nos casamos en Elkhart, Indiana, en julio de 1986, aunque continuamos viviendo en Pasadera, pues Kathy estaba terminando de cursar su maestría en Fuller.

Un año mas tarde fundamos Scataglini Ministries, Inc., y en Diciembre de 1987 fuimos “enviados” a Argentina. Nuestro objetivo era trabajar con la iglesia de mi papa para establecer una escuela, un orfanato y un programa de entrenamiento para lideres se hallaba en marcha, entonces, Kathy y yo sentimos del Señor que debíamos regresar a los Estados Unidos.

Nos mudamos a  Elkhart en octubre de 1990 y establecimos el Placer Partners Ministry, cuyo principal propósito era unir a los cristianos en oración por avivamiento. El programa fue transmitido durante cinco años.

Avivamiento desde lejos, una vez más

Mientras vivíamos en Elkhart, Indiana, comenzamos a oír sobre las nuevas cosas que Dios estaba haciendo en la Argentina a través del Pastor Claudio Freidzon. Cuando empecé a recibir esas noticias de mis amigos me llamaron mucho la atención, porque Claudio había sido uno de mis compañeros de cuarto en el Instituto Bíblico Rió de la Plata.

El Claudio que conocía era reservado, pero las historias que llegaban a mis oídos hablaban de estadios llenos de gente, y de que Claudio ministraba poderosamente y con gran unción. Esas descripciones no encajaban con el carácter de este hombre discreto, y supe que eso debía ser obra del Espíritu Santo.

Un día llame a Claudio a su casa de Buenos Aires y le dije: ¿Claudio ¡que esta pasando? Contame. Claudio confirmo los informes que yo había escuchado, y mientras me contaba las cosas que el Señor estaba haciendo, mi corazón latía con un terrible hambre de avivamiento. En ese momento me sentí agudamente necesitado. Trate de ocultar mi verdadero estado, porque habría sido embarazoso revelar cuan desesperado estaba por recibir algo del  Señor.

Durante los meses siguientes, pase muchas horas al día en oración, ansiando mas de Dios en mi vida. Me hallaba en un estado de desesperación espiritual.

Un tiempo después, en 1993, supimos que Claudio iba a estar en Cincinnati, Ohio, asistiendo a una cruzada de otro evangelista, y decidimos hacer el viaje de 320 kilómetros desde Elkhart a Cincinati para verlo. Tenia una sola cosa en mi mente; Ver a Claudio, porque el había recibido una unción especial del Espíritu Santo, y quería que orara por mi; Al llegar al gran estadio de Cincinati encontré a millares de personas tratando de encontrar asientos, pues el lugar estaba completamente lleno.

Claudio me había dicho que reservaría un asiento para mí en la fila delantera. Lentamente me abrí paso hacia el frente mientras la adoración comenzaba. Me alegre al ver a Claudio: indudablemente, el me estaba y tenia reservado un asiento. Mi meta era que después de la conferencia el orara por mi. Yo había manejado durante tres horas y media con este solo propósito en mente.

Cuando me senté, uno de los ujieres se acerco y me dijo: “Disculpe señor, este asiento esta reservado, usted debe ir atrás”. Sabia que no había lugar en el estadio entero y qué debería sentarme en alguna parte “muy lejana” .Sabia que si me movía perdería de vista a Claudio, quien ya entonces era cada vez mas reconocido, y resultaba difícil encontrar la oportunidad para que el orara por uno.

Comencé a orar mientras el ujier hablaba con Claudio. Oraba silenciosamente: “Dios, yo necesito estar en este asiento. Por favor soluciónalo de alguna manera”. Entonces alguien dijo: “Estuve en esas reuniones varias veces. Tome mi asiento, yo me sentare en alguna otra parte”.

Di gracias a Dios por este hermano, porque tenía la sensación de estar en el lugar incorrecto. Fue difícil: ¡casi tuve que luchar por mi asiento¡ Entonces le dije a mi amigo: “Claudio ¿podes orar por mi?
El me dijo: “Si, cuando termine la reunión oro por vos”.

Goce de la presencia del Señor durante la reunión, pero solo podía pensar en que después Claudio iba a orar por mi. Sin embargo, cuando la reunión termino el dijo:”Tengo programada una cena con el evangelista de esta cruzada, así que tal vez no pueda orar por vos esta noche”.

No sabía que estaba sucediendo. Ahora se que Dios me estaba probando, pero en ese momento me sentí un poco impaciente. Después de la reunión, Claudio me pregunto si deseaba esperarlo mientras el iba a confirmar su cita; quizás hubiera ocurrido algún algún cambio y el evangelista no podría reunirse con el; ante esta posibilidad de poder pasar un rato con el.

Pero espere 10 minutos, 15, 20…El estadio quedo totalmente vació. Después de esperar una media hora, que me pareció una eternidad, pensé:” ¿Sere el único tonto que esta parado aquí con una Biblia bajo el brazo, esperando a este siervo para que ore por mi? ¡Que ridículo debo parecer esperando aquí tanto tiempo por nada. ¿Por que maneje tantas horas para venir a este lugar? ¿Qué me esta pasando?, tengo hambre de ti, te necesito.”

Supuse que probablemente mi amigo se habría olvidado de mi, pero apenas había pensado estas cosas cuando Claudio regreso y me dijo: “Vamos a cenar”. Mi corazón salto de alegría ante esta oportunidad.¡ Creo que si el me hubiera invitado a jugar al tenis a esa hora le hubiera dicho que si¡ Habría hecho cualquier cosa para que el orara por mi.

No me di por vencido

En el restaurante casi no podía esperar el tiempo entre la cena y el postre: me parecía que esa era la oportunidad perfecta para que Claudio orara por mí. Le pregunte: Claudio ¿podrás orar por mi?”
El  respondió: “Aquí no. Vayamos después a mi habitación del hotel”, y estuve de acuerdo.
Fuimos a su habitación del hotel y el me regalo algunos videos de cruzadas que estaba realizando en Argentina; para entonces eran las2:30 de la mañana y yo seguía esperando es oración. Finalmente le pude preguntar:”Claudio ¿podras orar por mi ahora?”

El me contesto:” ¿Por qué no vas a una de las cruzadas en Argentina a que ore por vos?”
Yo estaba desesperado y le respondí:”No puedo ir a Argentina por ahora”. No te dije, pero sabia que no podía esperar tanto tiempo. Insistí tanto a mi amigo y hermano finalmente oro por mí. El Señor sabia lo que hacia. Claudio hizo una oración sencilla sobre mi vida y me fui.

El Señor penetro en mí ser y removió el dolor del aislamiento y la depresión

Cuando Salí del hotel no estaba seguro de que hubiera ocurrido algo, excepto que sentía una paz profunda, pero eso era todo. Al día siguiente, con Kathy y nuestros tres hijos Nathan, Jeremy y Miqueas (entonces de cuatro y tres años, y unos meses de edad, respectivamente) regresamos a nuestra casa en Elkhart. Los niños estaban muy agitados en el camino, y pensé que iba a perder la poca unción que había recibido.

Pero yo no sabia que el Espíritu Santo había venido sobre mí y que ya había respondido a mi oración. Aunque había nacido en un hogar cristiano, hasta ese momento muy poco sabía acerca de la unción. Mirando hacia atrás me doy cuenta de que el Señor había estado probando mi fe. No era que Claudio no quisiera orar por mí, sino que el Señor mismo estaba guardando silencio. Casi pareció un rechazo, porque El quiso probar mi deseo de recibir su unción ¡y la recibí!

Al día siguiente comencé a experimentar una nueva libertad en ni corazón: había recibido sanidad interior. Me sentía como si Dios hubiera metido su mano dentro de mí, para remover la soledad y la depresión que experimente en el pasado. Durante los próximos cuatro años pude predicar con una libertad y una unción que antes solo había conocido esporádicamente. Al fin yo moraba en la unción.

La receptividad al Espíritu Santo que recibí a través de la unción preparo el camino para que cuatro años depuse pudiera recibir otra gran bendición, el bautismo de fuego.

Después de ministrar en Elkhart por un tiempo, Kathy, nuestros hijos y yo nos mudamos de nuevo a la Argentina en marzo de 1994, y comenzamos a trabajar con mi papa en el equipo pastoral de Puerta del Cielo. En diciembre de 1996 fui ungido como pastor presidente, permaneciendo mi papa como parte del equipo ministerial de la iglesia.
Gracias a Dios pudimos disfrutar en nuestros servicios de un mover constante del Espíritu Santo. Y aunque a menudo muchas almas entregaban sus vidas a Cristo, yo continuaba clamando a Dios en mis oraciones para recibir más de El y por un avivamiento en nuestro medio.

Poco después hice el inolvidable viaje a los Estados Unidos que habría de cambiar mi vida para siempre.

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